jueves, 29 de marzo de 2012

20 AÑOS NO SON NADA….

Recopilado por: Alexandra Saggeth Retana.

El presente artículo está basado en las conferencias del colombiano, Yobanni Marcelo laFrancesco, sobre los roles que el educador ha jugado en los últimos 100 años.

Pasar de dictar clases  a entender que los alumnos,  por si mismo adquieran el conocimiento autónomamente, significativamente, por procesos de pensamiento y lo construyan, en esto la pedagogía se ha gastado más de 100 años.

Una generación educativa en El Salvador, dura 24 años, desde un año de pre maternal, 3 años de kindergarten, 6 años de primaria, 3 años de secundaria, 2 años bachillerato, 5 años de carrera profesional, luego 3 años de especialización, quiere decir que recibimos realimentación de la efectividad del sistema educativo después de 20 años transcurridos.

Y cuando  pasados los 20 años el profesional está saliendo con deficiencias básicas, no sabe leer, escribir, le teme al uso de las tecnologías informáticas, no aplica reglas ortográficas, utiliza la calculadora para realizar operaciones matemáticas elementales, escribe nombres propios con letras minúsculas, etc. 

Es hasta  obtener éstos resultados que  se piensa en hacer cambios en el currículo de la primaria y esperar otros 20 años más para probar si el profesional  llena el perfil  que queríamos formar o el perfil de ciudadano que necesitamos.

Ante tal realidad como educadores no  podemos ser indiferentes, por tanto:

¿Qué podemos hacer en el proceso de formación de los estudiantes, para cambiar ésta realidad?

Lo único posible es potenciar  una evolución en los roles que juega el docente en la enseñanza, más que  hacer cambios curriculares; así como, generar conciencia en la autoformación del estudiante.

Pero, ¿y los contenidos? ¿No hay nada que hacer con ellos? pues los contenidos de la enseñanza encierran muchas veces el mismo conocimiento,  ya que: la oración tiene sujeto, verbo y predicado desde el tiempo de la filosofía clásica griega y en los últimos cien años no se ha descubierto un nuevo caso de factoreo, lo que significa que el contenido de la enseñanza no ha cambiado.

¿Y el que enseña que ha sucedido con él? E

En los últimos cien años el papel del educador no ha cambiado demasiado, pues el método de estudio aplicado por los docentes es prácticamente el mismo: pizarra, plumón- tiza y saliva, la diferencia la hacen las nuevas generaciones de estudiantes que  actualmente no son alumnos pasivos y necesitados de conocimiento de hace algunos años atrás, ahora llegan al aula estudiantes que manejan las computadoras mejor que el docente, con teléfonos de última generación que se ponen en línea con el mundo, con jóvenes que pasan parte del  día pensando cómo van a superar los niveles de un juego de video y la otra parte del día desenfocados de la realidad escuchando música en forma directa de un audífono, estos son nuestros estudiantes a ellos tenemos que darles explicaciones fundamentadas en hechos científicos comprobados para nos crean o nos tengan algún mínimo de confianza.

Pues  a finales del siglo pasado y principios de éste, se puso de manifiesto el ingenio, la creatividad, la capacidad de invención, que le dio paso a las nuevas tecnologías de las que los jóvenes hacen uso y con ello se llega el hecho que no es tan importante el saber sino, saber para saber  construir alternativas diferentes y  mejorar la calidad de vida individual y social, siendo ésta  la tendencia  que no debe perder de vista el educador del siglo XXI.

Pero, volvamos a los profesores. Estos se han tipificado en cinco escalonados. Veamos:

A principios del siglo 20, el rol del profesor  era decir lo que sabía y aparecen las cátedras; la tarea del alumno hacía honor a su significado: sin luz, por que otro tenía el saber la luz y era el profesor quien dictaba la clase y los horizontes del aprendizaje se extendían hasta donde llegaba la sapiencia del emisor; si el estudiante le comprendía no era prioridad pues se media al profesor por el saber no por el saber enseñar.

Cercano a 1940, nacen las escuelas normales, facultades de educación y con esta acción el sistema quería asegurarse que los estudiantes entendieran al profesor y así nacen los maestros.

Siendo las herramientas básicas, de la enseñanza en estas escuelas normales,  que el maestro adquiriera la habilidad técnica para organizar el contexto de la clase, habilidad técnica para construir preguntas y generar expectativas, habilidad técnica  para ilustrar con ejemplos, hacer retroalimentación y para hacer refuerzos, habilidad técnica para administrar el aula.

Y aquella persona que tenía el saber del profesor y la habilidad para hacerse entender comenzó a llamarse maestro, es decir que en pedagogía es maestro aquel profesional de un área específica que tiene el rigor del conocimiento científico en una disciplina,  pero ha adquirido las habilidades pedagógicas y didácticas para hacerse entender.

Por ello que no nos sorprenda que en la primera década del siglo XXI, comiencen a impulsarse en El Salvador, los cursos de formación pedagógica para profesionales en distintas áreas y nacen también las maestrías en docencia universitaria; pues como sistema educativo  todavía estamos buscando enseñar más que dejar aprender al estudiante.

Actualmente es común que le llamemos docente al que tiene el conocimiento riguroso, se hace entender y puede hacer demostraciones científicas  por qué maneja el método, ya sea  aplicándolo de forma científica o mecánica reduccionista y realiza demostraciones que llevan al alumno a pensar que el docente tiene la certeza de lo que está haciendo o enseñando.

El rol que sigue después del docente es el de educador que además de realizar demostraciones científicas, incentiva al estudiante a hacer algo con lo aprendido asegurándose que haya aprendizaje significativo; aunque este aprendizaje estaba íntimamente ligado a aprobar las materias o módulos de los cursos y nada tenía que ver con un aprendizaje que ayudara al estudiante a mejor sus condiciones de vida.

En cambio el mediador tuvo que ser educador, poseer el método del docente, la habilidad de trasmitir del maestro y el conocimiento del profesor, para asumir su rol permitiéndose más que enseñar dejar aprender y que las personas encuentren sus propios significados, teniendo en cuenta que el alumno no es alumno es educando que está sacando de dentro su propio conocimiento, constructor del propio proyecto de vida.

El mediador comprende que: “Los saberes no necesariamente son los contenidos, son las habilidades, competencias, desempeños  y son desempeños con niveles de eficiencia, eficacia,  efectividad y pertinencia”[i].

Hoy en el siglo XXI, no nos pondremos a la tarea de quitar al profesor, para sustituirlo con el maestro, sumarle método al maestro para sustituirlo por el docente, poner a leer a Ausubel al docente para obtener educadores.

Debemos luchar por entrar al aula y ver seres humanos, educandos, tenemos que correr el riesgo de sentirnos personas y valorar a quien aprende en su ser, pensar y actuar; pues la ciencia no va a cambiar, por tanto tenemos la obligación de convertirnos en  mediadores para alcanzar dentro del aula el Saber ser, saber sentir, saber actuar, saber vivir, saber convivir, saber saber, saber saber hacer, saber pensar, saber aprender y saber emprender.



[i] Evaluación Integral y del aprendizaje,  Yobanni Marcelo laFrancesco, Colección escuela Transformadora, Colombia, 2005.

1 comentario:

  1. Se cuenta la siguiente anécdota: por 20 años un grupo de profesionales no pudo ejercer. Pasado ese tiempo, el cirujano se vio incapaz de operar. El mecánico automotriz no pudo reparar un coche. El contador no comprendía las nuevas cuentas. La experta en marketing no logró colocar ninguna marca... El profesor universitario llegó al salón y empezó a dar clases.
    Pareciera cómico, si no fuera trágico.
    Me gustó mucho su artículo. La felicito.

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