Recopilado por: Alexandra Saggeth Retana.
El presente artículo está basado en las conferencias del
colombiano, Yobanni Marcelo laFrancesco, sobre los roles que el educador ha
jugado en los últimos 100 años.
Pasar de dictar clases a entender
que los alumnos, por si mismo adquieran
el conocimiento autónomamente, significativamente, por procesos de pensamiento
y lo construyan, en esto la pedagogía se ha gastado más de 100 años.
Una generación educativa en El Salvador, dura 24 años, desde un
año de pre maternal, 3 años de kindergarten, 6 años de primaria, 3 años de
secundaria, 2 años bachillerato, 5 años de carrera profesional, luego 3 años de
especialización, quiere decir que recibimos realimentación de la efectividad
del sistema educativo después de 20 años transcurridos.
Y cuando pasados los 20
años el profesional está saliendo con deficiencias básicas, no sabe leer,
escribir, le teme al uso de las tecnologías informáticas, no aplica reglas
ortográficas, utiliza la calculadora para realizar operaciones matemáticas
elementales, escribe nombres propios con letras minúsculas, etc.
Es hasta obtener éstos
resultados que se piensa en hacer
cambios en el currículo de la primaria y esperar otros 20 años más para probar
si el profesional llena el perfil que queríamos formar o el perfil de ciudadano
que necesitamos.
Ante tal realidad como educadores no podemos ser indiferentes, por tanto:
¿Qué podemos hacer en el proceso de formación de los estudiantes,
para cambiar ésta realidad?
Lo único posible es potenciar una evolución en los roles que juega el
docente en la enseñanza, más que hacer
cambios curriculares; así como, generar conciencia en la autoformación del
estudiante.
Pero, ¿y los contenidos? ¿No hay nada que hacer con ellos? pues
los contenidos de la enseñanza encierran muchas veces el mismo conocimiento, ya que: la oración tiene sujeto, verbo y
predicado desde el tiempo de la filosofía clásica griega y en los últimos cien
años no se ha descubierto un nuevo caso de factoreo, lo que significa que el
contenido de la enseñanza no ha cambiado.
¿Y el que enseña que ha sucedido con él? E
En los últimos cien años el papel del educador no ha cambiado
demasiado, pues el método de estudio aplicado por los docentes es prácticamente
el mismo: pizarra, plumón- tiza y saliva, la diferencia la hacen las nuevas
generaciones de estudiantes que
actualmente no son alumnos pasivos y necesitados de conocimiento de hace
algunos años atrás, ahora llegan al aula estudiantes que manejan las
computadoras mejor que el docente, con teléfonos de última generación que se
ponen en línea con el mundo, con jóvenes que pasan parte del día pensando cómo van a superar los niveles
de un juego de video y la otra parte del día desenfocados de la realidad
escuchando música en forma directa de un audífono, estos son nuestros
estudiantes a ellos tenemos que darles explicaciones fundamentadas en hechos
científicos comprobados para nos crean o nos tengan algún mínimo de confianza.
Pues a finales del siglo
pasado y principios de éste, se puso de manifiesto el ingenio, la creatividad,
la capacidad de invención, que le dio paso a las nuevas tecnologías de las que
los jóvenes hacen uso y con ello se llega el hecho que no es tan importante el saber
sino, saber para saber construir
alternativas diferentes y mejorar la
calidad de vida individual y social, siendo ésta la tendencia que no debe perder de vista el educador del
siglo XXI.
Pero, volvamos a los profesores. Estos se han tipificado en cinco
escalonados. Veamos:
A principios del siglo 20, el rol del profesor era decir lo que sabía y aparecen las cátedras;
la tarea del alumno hacía honor a su significado: sin luz, por que otro tenía
el saber la luz y era el profesor quien dictaba la clase y los horizontes del
aprendizaje se extendían hasta donde llegaba la sapiencia del emisor; si el
estudiante le comprendía no era prioridad pues se media al profesor por el
saber no por el saber enseñar.
Cercano a 1940, nacen las escuelas normales, facultades de
educación y con esta acción el sistema quería asegurarse que los estudiantes
entendieran al profesor y así nacen los maestros.
Siendo las herramientas básicas, de la enseñanza en estas escuelas
normales, que el maestro adquiriera la
habilidad técnica para organizar el contexto de la clase, habilidad técnica
para construir preguntas y generar expectativas, habilidad técnica para ilustrar con ejemplos, hacer
retroalimentación y para hacer refuerzos, habilidad técnica para administrar el
aula.
Y aquella persona que tenía el saber del profesor y la habilidad
para hacerse entender comenzó a llamarse maestro, es decir que en pedagogía es
maestro aquel profesional de un área específica que tiene el rigor del conocimiento
científico en una disciplina, pero ha
adquirido las habilidades pedagógicas y didácticas para hacerse entender.
Por ello que no nos sorprenda que en la primera década del siglo
XXI, comiencen a impulsarse en El Salvador, los cursos de formación pedagógica
para profesionales en distintas áreas y nacen también las maestrías en docencia
universitaria; pues como sistema educativo
todavía estamos buscando enseñar más que dejar aprender al estudiante.
Actualmente es común que le llamemos docente al que tiene el
conocimiento riguroso, se hace entender y puede hacer demostraciones
científicas por qué maneja el método, ya
sea aplicándolo de forma científica o
mecánica reduccionista y realiza demostraciones que llevan al alumno a pensar
que el docente tiene la certeza de lo que está haciendo o enseñando.
El rol que sigue después del docente es el de educador que además
de realizar demostraciones científicas, incentiva al estudiante a hacer algo
con lo aprendido asegurándose que haya aprendizaje significativo; aunque este
aprendizaje estaba íntimamente ligado a aprobar las materias o módulos de los
cursos y nada tenía que ver con un aprendizaje que ayudara al estudiante a
mejor sus condiciones de vida.
En cambio el mediador tuvo que ser educador, poseer el método del
docente, la habilidad de trasmitir del maestro y el conocimiento del profesor,
para asumir su rol permitiéndose más que enseñar dejar aprender y que las
personas encuentren sus propios significados, teniendo en cuenta que el alumno
no es alumno es educando que está sacando de dentro su propio conocimiento,
constructor del propio proyecto de vida.
El mediador comprende que: “Los saberes no necesariamente son los
contenidos, son las habilidades, competencias, desempeños y son desempeños con niveles de eficiencia,
eficacia, efectividad y pertinencia”[i].
Hoy en el siglo XXI, no nos pondremos a la tarea de quitar al
profesor, para sustituirlo con el maestro, sumarle método al maestro para
sustituirlo por el docente, poner a leer a Ausubel al docente para obtener
educadores.
Debemos luchar por entrar al aula y ver seres humanos, educandos,
tenemos que correr el riesgo de sentirnos personas y valorar a quien aprende en
su ser, pensar y actuar; pues la ciencia no va a cambiar, por tanto tenemos la
obligación de convertirnos en mediadores
para alcanzar dentro del aula el Saber ser, saber sentir, saber actuar, saber
vivir, saber convivir, saber saber, saber saber hacer, saber pensar, saber
aprender y saber emprender.
[i] Evaluación Integral y del
aprendizaje, Yobanni Marcelo laFrancesco,
Colección escuela Transformadora, Colombia, 2005.
Se cuenta la siguiente anécdota: por 20 años un grupo de profesionales no pudo ejercer. Pasado ese tiempo, el cirujano se vio incapaz de operar. El mecánico automotriz no pudo reparar un coche. El contador no comprendía las nuevas cuentas. La experta en marketing no logró colocar ninguna marca... El profesor universitario llegó al salón y empezó a dar clases.
ResponderEliminarPareciera cómico, si no fuera trágico.
Me gustó mucho su artículo. La felicito.