jueves, 22 de marzo de 2012

EDUCANDO PARA EL DESARROLLO HUMANO


                                                                                                               Por: Rigoberto Astul Aragón Martínez

¿Qué hemos hecho mal? ¿Por qué estamos enfrentando tantos problemas sociales? ¿No creen que debamos cambiar de dirección? ¿No creen que la educación actual, lejos de solucionar los problemas, más los ha creado? ¿No creen que necesitemos una educación más eficiente y más globalizada?
  
Todas esas preguntas apuntan a afirmar que en efecto hay que mejorar.

Por lo que la educación debe apuntar a producir un ser humano moral,  mas inteligente, conocedor, que trabaje mucho, eficiente, disciplinado, listo, exitoso y con la esperanza de que sea líder en el campo de su profesión. ¿O no quieren eso?  Para ello, debemos aceptar que cuando impartimos conocimiento también es nuestra responsabilidad impartir la sabiduría a emplearlo correctamente, lo que quizá no ha tenido nuestra educación presente.

Tomando en consideración lo dicho anteriormente, ¿cómo debemos modificar nuestra visión de la educación para el siglo XXI? ¿Qué clase de mente debemos apuntar a producir? ¿Qué valores debemos intentar inculcar? La receta no sería idéntica para todos los países y las diferentes culturas sino que deben ajustarse a su propia forma pero tomando en consideración de manera general las siguientes condiciones:

1.       Globalización de la educación

El fenómeno denominado globalización impone a la educación, en particular a la educación superior, el reto de reconceptualizar profundamente todo su quehacer ya que la tecnología de información como instrumento de la ampliación y universalización de la misma cambia el reto del docente, éste tiene que ser en la actual coyuntura un productor de conocimiento útil. La globalización exige a la educación superior revisar sus currículos en la perspectiva de formar a los futuros profesionales para la autonomía, con capacidad critica, reflexiva y analítica, se trata de una educación competitiva sin descuidar el componente humanístico[1].

No obstante la importancia del primero, por la coyuntura delincuencial que vive el país por la emergencia de pandillas que ya se hicieron incontrolables por parte del Estado, hare énfasis en el segundo componente, por considerarlo mas importante, tomando de base la sociedad moral que queremos los salvadoreños, y que desde luego el resto de sociedades del mundo.

2.       Educación integral

La educación no solo debe tender a la preparación académica del individuo, sino, debe ser integral, es decir, educarnos para vivir bien. En ese contexto, se puede afirmar que hay problemas mundiales que nos afectan a todos por compartir la tierra en que vivimos. Lo que afecta una parte del mundo hoy es preocupación de todos nosotros, o no están preocupados, por una guerra nuclear, por el deterioro del medio ambiente, por la emergencia de la delincuencia internacional, por los desastres naturales, etc., etc., es por ello, que necesitamos mentes solidarias, que sientan por lo que sucede en el mundo, no solamente por lo que suceda en nuestro país.

Tenemos que entender que no es correcto aceptar el poder sobre la razón, ya que ello, evitaría las guerras entre las naciones, consecuentemente no sería necesario la existencia de ejércitos. La educación no debe estar diseñada para propósitos económicos, sino, diseñada para el desarrollo integral humano, es decir, en todos los aspectos: éticos, físicos, intelectuales,  emocionales, espirituales, morales, etc., como pensaban los griegos, para que nuestras vidas y de las futuras generaciones sean creativas y felices como parte del todo.

3.       Evitar los nacionalismos

A veces los mayores o adultos nos molestamos por el exceso de preguntas que nos hacen los niños, sin darnos cuenta que eso es bueno, porque se estimula la duda, y no se tiene conformidad, ya que es mas importante tener la habilidad de preguntar, porque produce uno mismo su propio aprendizaje, que obedecer y seguir incuestionablemente lo que a uno le digan que haga. Por ello, no debemos reprender al niño que pregunta tanto, porque lo atemorizamos y el miedo mata la intención  de las preguntas y la iniciativa. El niño debe ser libre de cometer errores y aprender por si mismo, sin el constante miedo a ser reprendido por un adulto. Por ello el maestro debe tener una mente racional, flexible y no dogmática, abierta al cambio y no irracionalmente apegada a una opinión o creencia. Por tanto debemos omitir inculcar nacionalismos como por ejemplo: “nuestro país es el mejor país” “nuestra cultura es la mejor” o como dice en la carretera ruta de las flores ya llegando a Apaneca: “Bienvenido a la ciudad mas bella de El Salvador” esta es solo propaganda que divide a la gente.

4.       Evitar las individualidades

En El Salvador, se hacen competencias académicas, e incluso hay programas para jóvenes talentos, para hacer famosos, sin darse cuenta que la fama es irracional y egoísta.  Se ha demostrado como lo enseña un video motivacional del “espíritu del delfín”, que estos aprenden por naturaleza, cuando crecen se convierten en maestros; ellos enseñan a los jóvenes lo que saben; aprende constantemente; comparte con otros, enseña con pasión; trabajan en equipo desde que nacen, no son individualistas; aprenden que para sobrevivir deben buscar juntos la comida y protegerse unos a otros; trabajar en equipo nos da la mejor oportunidad de sobrevivir y tener éxito; buscan la compañía de otros para disfrutar de la vida; podemos encontrar lo mejor cuando buscamos a los que son diferentes a nosotros; la creatividad florece cuando es bueno aprender de los errores; los delfines  celebran y disfrutan su vida; dan el ciento por ciento de todo lo que hacen[2]. Si fuéramos e hiciéramos como los delfines encontráramos placer y satisfacción por lo que somos y hacemos y viviéramos felices. Como puede verse es poco y significativo todo lo que pueda hacerse solo y aislados. El trabajo en equipo y la habilidad para trabajar armoniosamente con otros es más importante que el logro individual. La cooperación es la esencia de la democracia. Es importante que cada individuo haga lo mejor pero no es importante ser mejor que otro.

El sentido de competencia que estamos fomentando en los niños hoy los conduce a la envidia, a los celos y a la rivalidad. Siembra las semillas de la división entre seres humanos y destruye el amor y la amistad. Por tanto es malo. La importancia que hemos dado a ganar medallas de oro en la copa mundial o en juegos olímpicos se basa en la propaganda e ilusión. ¿Importa realmente qué ser humano puede brincar un milímetro más alto que todos los demás? No hacemos la pregunta correcta cuando preguntamos “¿quién ganó?” La pregunta más importante, “¿Disfrutaron del juego?”

5.       Hay que provocar problemas cognitivos

La inteligencia, en el entendido que es la habilidad de aprender por si mismo,  es más importante que el cultivo de la memoria. Las cosas más grandes de la vida son aquellas que no pueden ser enseñadas sino que pueden ser aprendidas. El sentimiento de amor, respeto, belleza, y amistad, no pueden enseñarse pero como la sensibilidad, se puede despertar y esto es una parte esencial de la inteligencia. La habilidad para discernir uno mismo sobre que es verdadero y que es falso es también inteligencia. Es importante crear una mente que no acepta ni rechaza una opinión o una mirada rápida, sino que se queda con la pregunta, “¿es verdad?”.

Como dije en un principio la educación tiene que tender a mejorar la vida no en términos del producto nacional bruto o por lo que nos ingresa, como lo concebimos la mayoría de los salvadoreños, o ¿por la calidad de casa en la que vivimos?, o ¿por la clase de ropa con la que no vestimos?, el bienestar viene de la salud mental, o sea, una mente sin preocupaciones, sin aburrimientos, sin envidia, sin frustraciones. 

6.       Educar para el desarrollo humano

Cuando educamos no para el desarrollo económico sino para el desarrollo humano debemos preocuparnos por la felicidad del individuo integralmente, en el cual el bienestar físico y el confort son pequeñas pero partes necesarias.

Que bien se siente la persona cuando lejos de aburrirse por el trabajo, encuentra placer en él, sin compararnos unos a otros, entonces uno trabaja creativamente, con sensibilidad y no por ambición personal. Cuando le ofrecemos al niño una recompensa por hacer tareas, se les enseña siempre que lo harán condicionado, y no se les formaran hábitos de convicción para hacer las cosas. Por lo que debemos ayudar a los estudiantes a encontrar ese entendimiento, no es algo que pueda practicarse mecánicamente como si fuera una habilidad.

CONCLUSION

En El Salvador, se tiene la idea que las leyes deben resolverlo todo, siempre se solicita la creación de leyes, todo mundo pide leyes, o a través de la tecnología, o a través de mas conocimientos, mas riquezas, mas poder. No quiero decir, que no sean importantes, pero no más importantes, que las acciones señaladas. Estos han sido los métodos tradicionales, y la única oferta que encuentran los políticos para la solución de los problemas sociales.

Un científico llevo a su hijo menor al laboratorio, pero como era muy inquieto, no lo dejaría trabajar, por lo que opto, por entretenerlo con un rompecabezas que para el era muy complicado de armar; sin embargo, el niño, se dio cuenta que al otro lado del juego estaba el cuerpo de una persona, y le salió mas sencillo de armar, y ¿Cuál fue el resultado? Que cuando completo la figura de la persona, al darle vuelta al rompecabezas se dio cuenta que ya lo había armado, ¿Cuál es la moraleja? que para poder cambiar el estado de cosas, es necesario una transformación interna de cada uno de nosotros.

La supervivencia requiere no la inteligencia del “progreso” sino la habilidad de cooperar y amarse unos a otros para vivir en armonía con la naturaleza. La hormiga ha sobrevivido más tiempo que el hombre. Lo que necesitamos ahora no es más habilidades y eficiencia, sino mayor cohesión, mayor compasión, mayor capacidad de compartir y trabajar juntos[3].

La educación del siglo XXI debe vislumbrarse no del mayor progreso, sino de una transformación interior de la conciencia del ser humano, como lo señalaron en su época Buda, Sócrates, el mismo Jesucristo. El siglo veintiuno demanda un cambio total en nuestra actitud frente a la vida y en nuestra visión de la educación.



[1] Sostiene Gerardo Leon Guerrero V., en su obra “La Educación en el Contexto de la Globalización”. dialnet.unirioja.es/servlet/fichero_articulo?codigo=2342243
[2] http://www.youtube.com/watch?v=CLgmgnjRSgk
[3] P. Krishna. Ex-Rector del Centro de Educación de Rajghat, Fundación Krishnamurti de la India, Varanasi 221001, India.

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